En Cuba los hombres y las mujeres reciben igual salario por igual trabajo. Al menos, así lo establece la ley y lo ratificará la nueva Carta Magna, que se proclamará este 10 de abril, y que especifica en su artículo 42 que estos ingresos se garantizan sin discriminación alguna. Sin embargo, esta afirmación no es del todo cierta, puesto que si bien el salario se otorga por ocupar una plaza, sin importar el género, las mujeres, por ejemplo, tienen una tasa de desempleo considerablemente mayor que la de los hombres.
De hecho, la ONEI declara en el Anuario Nacional Estadístico de 2017 correspondiente a 2018 -el más reciente publicado- que, del total de mujeres en edad laboral, alrededor del 51% trabajan, mientras que de los hombres lo hacen alrededor del 75%. En total, hay más de 820 000 mujeres desocupadas que hombres. Esto pudiera deberse a que las mujeres, en muchos casos, asumen tareas como las de ama de casa, y se encargan de tareas domésticas por las que no reciben remuneración. Además, hay roles que comunmente corresponden más a ellas, como el cuidado de ancianos, enfermos o niños dependientes, lo que interfiere directamente con el número de mujeres ocupadas.
Sin embargo, el análisis se torna más interesante si nos acercamos a las personas que sí están empleadas. A la hora de analizar los datos se evidencia que, del total de trabajadores en Cuba, aproximadamente el 37% son mujeres, contra el 63% conformado por hombres, que en números reales significa que hay más de un millón de hombres con empleos remunerados que mujeres. Esos porcientos de ocupación laboral se pueden utilizar para estimar los ingreso totales de cada grupo si asumimos el salario medio de Cuba para cada uno de ellos.
Ahora, hay una manera de hacer más interesante el análisis. Si organizamos los empleos en dependencia de los salarios que en ellos se reciben, el fenómeno se hace más evidente. Así, en la industria azucarera, que según el Anuario es el sector en el que más altos son los ingresos, hay alrededor de 39 000 hombres empleados, en oposición a las mujeres que son 10 800. Esta diferencia no es la más notable. En la agricultura, la ganadería y la silvicultura laboran 659 400 hombres, en tanto ellas son apenas 123 500. Entre las categorías ocupacionales por clase de actividad económica, esta es una de las que recibe mayores ingresos, siendo el salario promedio 1027 pesos cubanos.
Si bien en la mayoría de los trabajos hay más hombres que mujeres, hay dos sectores: Salud Pública y Educación, en que las mujeres son mayoría. En el primero, el salario promedio ronda los 833 pesos, mientras que Educación es de los que menos paga, pues los ingresos de sus trabajadores promedian 533 pesos.
Si seguimos en ese orden, la categoría ocupacional que menos ingresos reporta a sus trabajadores es la que agrupa Deporte y Cultura. Curiosamente, en este apartado es donde hay más paridad en la cantidad de hombres y mujeres contratados.
De igual modo, el salario promedio es presentado sin distinciones de género, pero el dinero recibido por hombres y mujeres no parece ser para nada igual. Si se intenta estimar el salario en dependencia del género y número de trabajadores de las distinas clases ocupacionales, teniendo en cuenta el salario medio de cada una de ellas, se puede notar que existe realmente una diferencia en cuanto a ingresos. Las mujeres reciben menos dinero ya sea de manera individual o como grupo.
Estos datos podrían estar hablando de relaciones económicas de dependencia, que suelen establecerse y que dejan a la mujer como en una categoría inferior, mantenidas por los hombres, con lo que ello podría implicar. También es posible hablar de que existen diferencias en cuanto a ingresos, pues los hombres reciben más beneficios económicos y tienen más poder adquisitivo.
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Además, como los datos oficiales solo muestran el promedio de salarios sin distinciones y el género de las personas en edad laboral ocupadas o no, no es posible identificar los cargos que en un mismo sector tienen unos y otras. ¿Son las mujeres más empleadas o menos en cargos directivos que los hombres? ¿Son decisoras en sus trabajos? Eso no lo podemos afirmar o negar. Algo sabemos, y es que en la estructura de poder en Cuba, al menos en el ejecutivo, las dirigentes femeninas son la minoría.
Todo este análisis podría estar hablando también de fenómenos que comienzan antes y que tienen que ver con el ingreso a carreras universitarias y con la posterior promoción de mujeres en ellas, así como con los prejuicios que alejan a las mujeres de tareas relativas a la agricultura, el transporte o la construcción, entre otras. Asimismo, en el sector privado hay indicios de diferencias en cuanto a salarios y a ocupaciones, pero las pocas estadísticas oficiales que existen al respecto limitan el análisis desde el punto de vista de los datos.
Los factores son muchos e influyen a la larga, pero una cosa que todos sospechábamos puede afirmarse: las mujeres en Cuba no reciben la misma cantidad de dinero que los hombres.